Un momento mi cuerpo secó sus lágrimas y se aferró a su materia: dejó, pues, de devorarse a sí mismo en un banquete de hiel sobre hojuelas
Recluto emociones nuevas para adornar el hueco de la orfandad que se vuelve naturaleza muerta, en una canasta los sentimientos marchitos.
Mi más abierta y más cerrada entrada cansada se encuentra de flácidas esperanzas que no dejan de restregar su lastimera discapacidad.
Cinco tabletas de realidad con cada comida, para aumentar la masa del intelecto espirutual de la corporalidad.
viernes, marzo 21, 2008
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