Sin tregua avanzan los días, y sin piedad recordando a mis ojos cuán frágil soy...
No estoy bien, ni me siento bien, y parecieran escapárseme los rincones de consuelo...
Es tiempo de dejarse flotar un poco, no demasiado pues es peligroso, por un momento, respirar profundo y calmarse...
Hay que despertar nuevamente y sin más motivo que la supervivencia seguir la travesía de los soles y las lunas que nos salen al paso con un poco de optimismo y uno que otro sueño aferrado al llavero...
Nadie asegura nuestra derrota... ¿por qué entonces tememos acertar?
No mucho tiempo para preguntas, pues son trampas en las que el tiempo escapa entre las rejas de la memoria que insiste en expulsar las bendiciones y quedarse con los venenos de la ira y los agridulces de la ironía...
Es suficiente reflexión, hay que volver al caudal. No mucho tiempo para descansar y aún así hay que apresarlo antes de que se pierda en la corriente de la nostalgia, depredadora de almas infectadas con el dolor de los años; a nadie le importa si hay algo detrás o debajo, tarde o temprano no habrá nada que escueza la carne de las emociones...Más adelante habrá que esquivar más remolinos de frustración y ácidos gástricos pero sólo serán parte del condimento entonces...
Las pausas serán más escasas. Siempre caemos inevitablemente en la prisa severa de la prudencia que guardamos junto a la mojigatería de los juicios sobre nuestro paso por la soledad comunitaria que llamamos sociedad.
No hay tiempo de seguir sufriendo; pero sin sufrir nos morimos de hastío, ¿será que luchamos por que sobreviva, más bien, nuestra desgracia y no nuestra obra?
Basta, ya es tarde, la droga del sueño que nos promete entretenernos mientras nuestros sentidos se apagan por unas cuantas horas, cada vez menos, es muy atractiva en este momento...
Mañana habrá oportunidad de clavarse la navaja en la llaga del aburrimiento por unas horas, cada vez más prolongadas, total, al final nadie nos mira dentro de nuestros cuerpos horadados por los ácidos de desamores divinos, ésos que le dan sentido a nuestra esencia romántica y adicta a la sublime sensación de entregarse... olvidando que muchas veces no habrá brazos que apuntalen nuestra aventura en la caza de estrellas fugaces...
Sin tregua las historias se repiten a pesar de nuestra decisión de no desandar nuestra madurez. No hay más que hacer, detener la marcha un momento, respirar profundo, calmarse, y lanzarse a la corriente abrazando un sueño corroído por la añoranza como flotador, y nuestra historia como balsa...
miércoles, noviembre 23, 2005
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